Comunión en la Mano o en la Boca

Comunión en la Mano o en la Boca

La norma de la Iglesia Católica sigue siendo comulgar en la boca.

No obstante, luego del Concilio Vaticano II se permitió comulgar en la mano a algunas Arquidiócesis.

Lo que se fue generalizando a pedido de las Conferencias Episcopales.

Independiente de esta polémica, hay malas prácticas para recibir la comunión que expondremos abajo.

Es llamativa la pregnancia de esta excepción de recibir la hostia en la mano. (Comunión en la Mano o en la Boca).

Ya que Santos, Doctores y los últimos papas (Juan Pablo II y Benedicto XVI) llaman a comulgar en la boca.  

Una de las tantas costumbres protestantes que ha tomado la Iglesia Católica y que forma parte de los signos de nuestros tiempos.

El Generalis Missalis Romani dice que en principio, la Comunión se recibe en la boca.

Pero donde sea concedido (por la Conferencia Episcopal), el fiel puede, a elección, comulgar recibiendo la hostia en la mano.

En cambio, cuando la Comunión se recibe «por intinción» (esto es, bajo las dos especies, mojando la hostia en el Cáliz), obviamente, sólo puede recibirse en la boca.

No obstante llama poderosamente la atención que muchos sacerdotes no conocen la norma para dar la comunión por intinción.

Me ha sucedido planteárselo a sacerdotes – tanto recién salidos del seminario como muchos años en el ministerio – que desconocían esta norma.

O fingieron desconocerla. 
Sin embargo está sucediendo algo más oscuro, bajo el argumento de que la Iglesia debe modernizarse.

El Obispo de la Pampa, Argentina, Monseñor Raúl Martín, ha prohibido tomar la comunión de rodillas.

Comunión en la Mano o en la Boca, Un indulto nacido de la desobediencia.

La práctica de recibir la Santa Comunión en la mano comenzó a extenderse en los círculos católicos durante la década de 1960, principalmente en Holanda.

Poco después del Vaticano II, debido a la escalada de abusos en ciertos países de habla no inglesa (Holanda, Bélgica, Francia y Alemania), el Papa Pablo VI realizó una encuesta a los obispos del mundo para determinar sus opiniones sobre el tema.

El 28 de mayo de 1969, la Congregación para el Culto Divino emitió Memoriale Domini, que concluyó:.

“De las respuestas recibidas, así está claro que el mayor número de obispos sienten que la disciplina actual [es decir, la Santa Comunión en la lengua] no debe ser cambiada en absoluto, de hecho que si se cambia, esto sería ofensivo para la sensibilidad y la apreciación espiritual de estos obispos y de la mayoría de los fieles.”

Después de haber considerado la observación y el consejo de los obispos, el Sumo Pontífice juzgó que no se debía cambiar la forma recibida desde hace mucho tiempo de ministrar a los fieles.

La Sede Apostólica instó entonces enérgicamente a los obispos, a los sacerdotes y a los laicos a observar con celo esta ley por preocupación por el bien común de la Iglesia.

A pesar de la votación, en 1969 el Papa Pablo VI decidió llegar a un acuerdo con sus obispos desobedientes en el continente. Dada “la gravedad del asunto”, el Papa no autorizaría la Comunión en la mano.

Sin embargo, estaba abierto a conceder un indulto – una excepción a la ley – bajo ciertas condiciones: en primer lugar, no se podía dar un indulto a un país en el que la Comunión en la mano no era una práctica ya establecida; en segundo lugar, los obispos de los países donde se estableció deben aprobar la práctica “por un voto secreto y con una mayoría de dos tercios”.

Más allá de esto, la Santa Sede estableció siete reglamentos relativos a la comunión en la mano; el incumplimiento de estas regulaciones podría dar lugar a la pérdida del indulto.

Las tres primeras reglamentaciones se referían: 1) respetando a los laicos que continúan la práctica tradicional (de recibir arrodillarse y en la lengua), 2) mantener el debido respeto de la Eucaristía por parte de los laicos, y 3) fortalecer la fe de los laicos en la presencia real.

Los eruditos y los Santos hablan

¿Por qué arrodillarse?
El Papa Benedicto XVI, ha señalado que arrodillarse es “una expresión de la cultura cristiana, que transforma la cultura existente a través de un nuevo y más profundo conocimiento y experiencia de Dios”.

Nos recuerda que “la palabra adorar se produce sólo cincuenta y nueve veces en el Nuevo Testamento, veinticuatro de las cuales están en el Apocalipsis, el libro de la liturgia celestial, que se presenta a la Iglesia como el estándar para su propia liturgia”.

En su libro El Espíritu de la liturgia, el Papa Benedicto habla de una “historia que proviene de los dichos de los Padres del Desierto, según la cual el diablo fue obligado por Dios a mostrarse a un cierto Abba Apolo.

Se veía negro y feo, con las extremidades delgadas aterradoras, pero, lo más sorprendente, no tenía rodillas.

La incapacidad para arrodillarse es vista como la esencia misma de lo diabólico.”

¿Porque recibir en la lengua?
A pesar de la práctica generalizada de la Comunión en la mano, la disciplina universal de recibir la Santa Comunión en la lengua no ha cambiado.

Un obispo, por ejemplo, puede prohibir la práctica de la Comunión en la mano, pero no la práctica de la Comunión en la lengua.

La Iglesia alienta enérgicamente a la segunda, pero no a la primera.

Con respecto a la Comunión en la mano, la Iglesia habla sólo en un tono cauteloso debido a los muchos abusos que a menudo acompañan a esta práctica.

Santo Tomás de Aquino nos recuerda, con respecto a la Comunión en la mano… esa reverencia exige que sólo lo que se ha consagrado toque el Santísimo Sacramento.

Escribe:
La dispensación del cuerpo de Cristo pertenece al sacerdote por tres razones.

Primero, porque consagra en la persona de Cristo.

En segundo lugar, porque el sacerdote es el intermediario designado entre Dios y el pueblo, por lo que le corresponde ofrecer los dones del pueblo a Dios, por lo que le pertenece entregar los dones consagrados al pueblo.

En tercer lugar, porque por reverencia hacia este sacramento nada lo toca sino lo que está consagrado, por lo tanto el cabo y el cáliz son consagrados, y también las manos del sacerdote, por tocar este sacramento.

Por lo tanto, no es lícito que nadie más lo toque, excepto por necesidad, por ejemplo, si cayera sobre el suelo, o de lo contrario en algún otro caso de urgencia.

En su carta apostólica Dominicae Cenae, el Papa Juan Pablo II también afirma:

“Cuán elocuente, por lo tanto, aunque no sea de costumbre antigua, es el rito de la unción de las manos en nuestra ordenación latina, como si precisamente para estas manos fuera necesaria una gracia y un poder especiales del Espíritu Santo.

Tocar a las especies sagradas, y distribuirlas con sus propias manos, es un privilegio de los ordenados, que indica una participación activa en el ministerio de la Eucaristía.”

Según los informes, la Madre Teresa dijo: “Dondequiera que vaya en todo el mundo, lo que más me entristece es ver a la gente recibir la Comunión en la mano”.

Incluso el gran Papa Juan Pablo II dijo: “Hay una carta apostólica sobre la existencia de un permiso especial válido para esta [Comunión en la mano].Comunión en la Mano o en la Boca

Pero les digo que no estoy a favor de esta práctica, ni lo recomiendo”.

LLEGAR A SER MENOS PARA QUE LUEGO PUEDA LLEGAR A SER MÁS.
La comunión en la lengua ayuda a fomentar un sentido adecuado de reverencia y piedad.

Dar un paso a un carril de comunión, y arrodillarse, y recibir en la lengua, es un acto de humildad absoluta y descarada.

En esa postura de recibir el Cuerpo de Cristo, llegas a ser menos para que luego puedas llegar a ser más.

Requiere una sumisión de voluntad y un conocimiento claro de lo que estás haciendo, por qué lo estás haciendo y lo que te está a punto de pasar.

Francamente, no sólo debemos ser humillados, sino lo suficientemente intimidados como para preguntarnos si estamos realmente espiritualmente listos para participar de la Santa Cena.

Arrodillarse significa que no puedes simplemente subir y recibir sin saber cómo se hace correctamente.

Exige no sólo un sentido de enfoque y propósito, sino también otra cosa, algo que ha eludido nuestra adoración durante dos generaciones. Comunión en la Mano o en la Boca.

Exige un sentido de lo sagrado.

Al igual que Pedro, Santiago y Juan ante nuestro Señor Transfigurado, nos desafía a arrodillarnos ante preguntarnos. Insiste en que no sólo comprendemos plenamente lo que está sucediendo, sino que apreciamos plenamente la impresionante generosidad detrás de ella.

Nos pide que seamos conscientes de lo que realmente significa “Eucaristia”: Acción de Gracias por DIOS que estamos recibiendo.